
El consumo de platos preparados se adapta a todo tipo de gustos y personas. Los ritmos de vida actuales impiden, en muchas ocasiones, dedicar el tiempo necesario a la elaboración de recetas de calidad. Las largas jornadas de trabajo o estudio, o la inexperiencia en la cocina hacen que renunciemos a la ingesta habitual de alimentos sanos, sustituyéndolos por comida rápida o “fast food”. Ante esta situación, los platos preparados se plantean como una alternativa sana y variada, de elaboración rápida y sencilla para cualquiera. La gran inversión en investigación y desarrollo ha permitido que el sector haya incrementado su oferta de platos, desde productos de carne, productos del mar, pastas y arroces, hasta verduras, cremas, sopas, croquetas, surimi o sucedáneos de angula.
El objetivo de estos alimentos es satisfacer las demandas de todos los consumidores, por ello, el sector es consciente de que, por gustos propios o por motivos de salud, no todas las personas comen lo mismo. Cada vez es más común el diagnóstico de patologías alimentarias que limitan el consumo de alimentos, entre las que las que destacan la intolerancia a la lactosa o a las proteínas del gluten. Según la Federación de Asociaciones de Celíacos de España (FACE), en Europa, la prevalencia de esta enfermedad se encuentra alrededor del 2%, y es tres veces más frecuente en hombres que en mujeres. Los celiacos tienen una intolerancia a las proteínas del gluten, lo cual genera una atrofia severa de la mucosa del intestino delgado superior e impide la absorción de los nutrientes. Por otro lado, según la Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD) y la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), la intolerancia a la lactosa tiene una prevalencia de entre un 30% y un 50% de la población.
La innovación en la elaboración de platos preparados no solo se orienta al consumo de productos adaptados a las patologías alimentarias más comunes, sino que también apuesta por una línea de alimentos más sanos mediante la sustitución de proteínas animales por vegetales (legumbres, cereales como quinoa, espelta o garbanzos), la reducción de sal, azúcares y materias grasas, o la introducción de fibra, entre otras. Otro factor preocupante es la eliminación de aditivos, colorantes y conservantes en la elaboración de los productos.
Todo ello busca dar respuesta a una demanda cada vez más amplia y variada de alimentos, así como la introducción de nuestros sabores y conceptos. Para lograrlo es necesaria la identificación de nuevas materias primas e ingredientes, la elaboración de recetas innovadoras y la optimización de los procesos de elaboración.